Referencias al Barrio de PROSPERIDAD en la red

Las próximas elecciones generales R que R

 

VIERNES, 15 JULIO 2011

Francisco Serra

Un profesor de Derecho Constitucional se metió en el metro de Madrid y se dejo llevar al azar por las diferentes líneas. Del mismo modo que el paseante de otro tiempo vagaba sin rumbo fijo por las calles, descubriendo parajes hasta entonces desconocidos, el viajero subterráneo puede perderse subiendo y bajando en las estaciones y palpar la vida que discurre por debajo de la gran urbe. A primera hora, una multitud presurosa abarrota los pasillos, pero mediada la mañana el ritmo parece calmarse y empiezan a detenerse los curiosos en los comercios y algunos clientes se sientan en los bares. La ciudad subterránea late al mismo ritmo que la que se despliega en la superficie y podría filmarse también una “sinfonía de la gran ciudad”, como hizo en los años veinte un cineasta alemán, sin salir al aire libre.

Un antropólogo francés, Marc Augé, comparó el viaje en metro con la obra que el artista o el científico pretende llevar a término, pero también podríamos entenderlo como una metáfora que nos sirve para ilustrar la vida en general. En sus inicios, el metro contaba con escasas líneas y apenas algunas estaciones. En la actualidad, el  recorrido se ha extendido en un trazado muchas veces sinuoso y que pone en comunicación los lugares más alejados. La vida que en otros tiempos parecía claramente determinada hoy está sometida a cambios constantes y debemos estar realizando continuos transbordos para intentar llegar a un destino que, una vez alcanzado, demuestra no ser más que una meta provisional y el punto de partida de la reanudación de un viaje interminable.

Cuando el profesor era niño, el metro no llegaba al barrio de Prosperidad y debía caminar largo rato hasta llegar a Diego de León para poder dirigirse al centro. En aquel momento, casi todas las líneas pasaban por Sol, pero hoy a veces es mejor moverse a través de la red por medio de la línea 6, que es circular, o por otras que discurren lejos de las calles más frecuentadas.

A menudo, en sus clases, comparaba el sistema jurídico con el metro, que a comienzos del siglo XX mostraba un centro claramente determinado, en torno a la estación de la Puerta del Sol, que se correspondería con la Constitución. A finales del siglo pasado, la construcción de una línea circular podría asemejarse a las tentativas por establecer una Unión Europea, pero, igual que la línea 6, que ha precisado de múltiples reformas para intentar evitar las frecuentes averías, no ha llegado a ser plenamente efectiva; por eso han surgido otros trazados que ponen en conexión los barrios entre sí, un Derecho que ni es conforme ni contrario a la Constitución, sino que actúa de forma independiente.

En los últimos meses, el acceso a la estación de Sol era casi imposible por la aglomeración de gente que ocupaba la plaza y grandes carteles recomendaban salir a la superficie en otras estaciones. La acampada del 15-M había creado un gran vacío en la red de metro y, probablemente, también en el sistema jurídico y político que mostraba cómo por un instante quedaba a la vista de todos el momento fundacional y tal vez la emergencia de un nuevo poder constituyente.

Hace unos años, un amigo suyo que era conductor de metro coló al profesor en la cabina y le puso en las manos el volante, riéndose de su temor a hacer descarrillar el convoy, pues ya entonces los conductores se limitaban a abrir y cerrar las puertas. En otros países circulan trenes sin conductor y en los que todas las operaciones se realizan a distancia por control remoto. Del mismo modo, algunos pretenden que la política constituiría un saber puramente técnico, absolutamente condicionado por razones económicas. Lo que ha resaltado el 15-M es la necesidad de hacer política de otra manera, llevando a cabo una “conducción” efectiva, pero los políticos tradicionales solo han alterado mínimamente sus propuestas, R que R, tanto Rubalcabacomo Rajoy, ofreciendo procedimientos electorales en que (en teoría) se presentan listas abiertas, como el alemán, pero que (en la práctica) conducen a una menor proporcionalidad y que, aplicados sin cambios en España, podrían llevar a la casi segura desaparición de los partidos minoritarios o que, incluso, aumentan el número de circunscripciones,  convirtiendo el sistema resultante en próximo al mayoritario.

El profesor, tras estas divagaciones, renunció a imitar a un personaje de Cortázar, que confiaba toda su felicidad futura a la forma en que actuara otra pasajera, cerró el libro que estaba leyendo (las memorias de Juan Ramón Capella) y decidió salir a la superficie en la estación del Parque de las Avenidas y, mientras caminaba por la Avenida de Bruselas, se puso a pensar en lo que sucedería en los próximos meses y comprendió que la meta de su viaje podía entenderse de dos maneras, porque esa ciudad era la capital de Europa de donde debieran venir las medidas para paliar la crisis económica que no parecía terminar nunca, pero también la capital de Bélgica, un Estado desgarrado por tendencias secesionistas y que hacía más de un año que no había conseguido formar gobierno después de las últimas elecciones y parecía definitivamente viajar sin “conductor”, sin poner nunca rumbo a Ítaca.

http://www.cuartopoder.es/soldeinvierno/las-proximas-elecciones-generales-r-que-r/1195

 

Del blog de un vecino de La Prospe "La armada invencible"

¡¡Nos quedamos en la Prospe!!

Alfonso XII Metro Lines IV
Alfonso XII Metro Lines IV

martes 22 de julio de 2008

Hace tres o cuatro meses, el diario El Mundo se marchó de su vieja sede de la calle Pradillo. Ahora desde mi ventana, todavía se ve trabajar a los de El Mundo TV, que de momento parecen ser los únicos que quedan en el edificio. Entre otros, una preciosa rubia en la última planta que ahora debe estar de vacaciones, porque hace días que no la veo.

No, no soy un voyeur cutre ni nada de eso. En fin, simplemente abro las ventanas de mi casa cada mañana, para ventilar y esas cosas. Y qué demonios, ella está ahí cada vez que oreo mi humilde estancia.

A lo que íbamos: En un emotivo editorial en la última página, el periodista John Müller escribiendo "En la columna de Umbral" se despedía del barrio en vísperas del traslado de la redacción a la avenida de San Luis.

Hablaba de los primeros tiempos del diario, en la vecina calle de Sánchez Pacheco. Pero lo más interesante del artículo es la transformación que el barrio ha sufrido en los dieciocho años en los que El Mundo fue un vecino más.

Yo he vivido los dos últimos años en La Prospe. A ciento cincuenta metros de la avenida de Alfonso XIII por el norte. A cincuenta metros de la calle López de Hoyos por el oeste. Paralelo a Pradillo por el este. Y no recuerdo ahora qué hay a cincuenta metros por el sur. Creo que es la calle Pantoja, pero ahora no estoy seguro.

Vivo en un bonito loft de los que ahora abundan por la zona. En los últimos años han derribado decenas de naves y fábricas como la de Danone, y han hecho apartamentos, pisos y lofts. Cada dos o tres semanas cae una nave y queda el solar... pretendiendo, supongo, que esto sea el Soho o el Tribeca madrileño. Uno echa de menos que en el downtown de Manhattan los lofts originales eran auténticas naves industriales de finales del XIX y principios del XX, habilitadas como estudios de artistas sin muchos dólares para el alquiler.

Esto de Madrid no deja de ser un pastiche: han tirado las naves en las que los lofts hubieran tenido el sentido original, para hacer edificios nuevos. La ventaja es que no hay ratas, las instalaciones eléctricas y de saneamiento son nuevas, y mi baño es una réplica casi exacta del baño del Glass Bar del hotel Urban, salvo la ducha marciana en la que el agua sale por tres sitios diferentes, y que lógicamente no tienen en el bar. En dos años y pico, todavía uso la ducha "de toda la vida", esa que sale de arriba-a-abajo, no tengo excesivo interés en las posibilidades masajeadoras de mi baño"made in Mars".

Pero en fin, a vosotros no os interesan mis abluciones matutinas: lo interesante es que como los trabajadores de El Mundo, yo también he vivido en primera persona la evolución de La Prospe.

En el ya lejano y olímpico 1992 vine a estudiar a Madrid un MBA en el Instituto de Empresa. Y fui a parar con dos compañeros de Málaga al número 45 de la calle de Clara del Rey, a no más de trescientos metros de donde vivo ahora. Los tres íbamos andando en quince minutos hasta el 13 de María de Molina, a la altura de Serrano, que es donde está el IE. Hacíamos la compra en un Simago que estaba al lado de casa y que ahora es un Dia, o en un Dia que ahora es un Hiper Usera. La fábrica de Danone todavía estaba en pie, al lado del metro de Alfonso XIII. Ahora acaban de terminar en los terrenos unos pisos que a saber si venderán con la crisis inmobiliaria y los precios que piden.

Donde en el año 92 había un Seven Eleven, ahora hay un Opencor. El concepto no cambia mucho y sirven para lo mismo, aunque la leyantibotellón de Ruiz-Gallardón ahora no te deja comprar cervezas a partir de las diez de la noche. En el 92- 93 nos iba muy bien porque había algún que otro MBAparty en el piso. Creo que el alcalde era Rodríguez-Sahagún, y se podía comprar cerveza a las cuatro de la mañana si la fiesta se ponía muy hardcore. Y si no había fiesta, mejor hacer un caso de finanzas con una cervecita bien fría. O mejor de marketing, que los números se pierden de vista a la tercera cerveza, y las hojas de cálculo Excel no terminan de congeniar bien con ella.

No sé si cuando abrió El Mundo existía ya, aunque supongo que sí: En la esquina de López de Hoyos y Calleja hay un bar que se llamaLos Torreznos. Han sido cienes y cienes de cafés a lo largo de dos años, docenas de claras con gaseosa para ver los partidos deChampions del Madrid, y una gente extraordinaria. Alfonso, Raúl, Benito, Violeta... camareros que han sido y son amigos durante media hora al día, el tiempo que duraban dos cafés solos ultracortos y un rápido vistazo al Marca o al Mundo. Por cierto, todos del Madrid menos Raúl, que es del Atleti, el pobre (parece mentira, llamándose Raúl) aunque lo lleva bien. Y menos Violeta, que es peruana y el fútbol le importa un pimiento de piquillo. Allí vi el pasillo del Barça y el subsiguiente 4-1. También el triunfo de España en la Eurocopa.

Me gusta vivir aquí. Los tres años que he pasado (los dos que llevo ahora, y el año de Clara del Rey) me han hecho conocer bastante bien la zona. Conocer a gente. Viví un año cerca de Plaza Castilla, y no me sentí parte de aquello. Aquí es distinto, es como un pequeño Madrid dentro del Gran Madrid.

Hasta hace nada, tocaba marcharse. Dejaba la Prospe y dejaba Madrid. Y lo cierto es que no quería de ninguna manera, pero había que hacerlo. El trabajo (o más bien la falta de él) me llevaba de vuelta a Zaragoza, e iba a echar de menos esto desesperadamente. Los partidos de Champions con dos o tres claras de cerveza con gas, dar una vuelta hasta el Vip's de Velázquez a comprar la prensa los domingos y tomarme un frappuchino de chocolate en el Starbuck's, algún tapeo en la cercanísima calle Corazón de María... al final, cuatro tontadas que te daban la vida.

Hasta echaría de menos la todavía no renovada parada de metro deAlfonso XIII o la un poco más lejana de Concha Espina, una u otra dependiendo de dónde vaya.

Ya habrán visto en el post anterior que ya estoy de nuevo en el mercado. Ni me marcho de La Prospe, ni me marcho de Madrid.

Aunque me hubiera vuelto a Zaragoza, a Madrid se viene siempre, sobre todo por trabajo y más con un AVE que te lleva de Delicias a Atocha en hora y veinte. Aunque no sería lo mismo, volvería a menudo a esta ciudad en la que no nací pero en la que siempre me he sentido en mi casa. Tiene razón ese anuncio del Turismo de Madrid que dice eso de "Si vienes a Madrid, ya eres de Madrid".

Para los que no son o no viven aquí, a veces esta ciudad les resulta demasiado grande, demasiado atascada o demasiado agresiva. Para mí esta es la ciudad perfecta en el país perfecto. Porque es una ciudad con una dimensión humana (Madrid es grande, pero no es Tokio, Los Angeles o el de-efe mexicano). Geográficamente España está en el centro del mundo (miren un mapa), así que Madrid está en el centro del centro del mundo. Y ya puestos, yo vivo en el centro de Madrid, un poco tirando al noreste, eso sí. Pero sobre todo es una ciudad en la que te hacen sentirte en tu casa, supongo que será porque la mayoría somos de fuera y entre todos nos creemos que somos parte de esto.

Por cierto, ya sé que la Tierra es más o menos una esfera y que el centro está en cualquier lugar en el que pongamos el compás. Si fuera de Estocolmo, pondría allí el centro. Pero al menos al llevar la esfera a un plano, España cae en el centro casi exacto. Sí o sí.

He vivido en unos pocos sitios y sé de lo que hablo: San Sebastián, Zaragoza, Dublín, Barcelona y Madrid. Reconozco que lo que en un sentido amplio yo llamaría "mi casa" es Zaragoza, y tengo pocas dudas sobre ello. Pero Madrid me ha atraído siempre como el polo norte magnético a la aguja de una brújula. Y además, yo me considero donostiarra hasta la muerte. Como ven, un lío geográfico-sentimental de mil pares de cojones. Uno más, por otra parte.

Mantengo una historia de amor con esta ciudad desde siempre. Desde la lejanísima mitad de los años setenta, cuando en San Sebastián mi padre dijo que nos llevaría a la capital a conocerla. Recuerdo perfectamente ese primer viaje con mis padres y mis hermanos, alojados en el Meliá Castilla de la calle Capitán Haya. A tiro de piedra de una Castellana que me pareció, en un primer vistazo, el sitio más increíble del mundo. En ese momento surgió el flechazo... y hasta hoy. El resto del viaje confirmó que iba a ser una relación larga, a veces complicada, a veces divertida. Y a veces dura, como en los dos últimos años.

Madrid es una ciudad que se mueve, y se mueve rápido. La gran metrópoli de Europa del Sur, con una pujanza económica y cultural de referencia. El rompeolas de todas Las Españas, donde los ascensores hablan y las niñas ya no quieren ser princesas, como dice la canción de Antonio Flores (que por otra parte decía al final que quería irse de aquí "al Sur donde nací", aunque no se despegaba de esto ni con agua caliente).

Las cosas pasan aquí, y si no pasan aquí, parece que simplemente no pasan. Y admito que esta es una de las cosas que no me gustan, será por ser de fuera: El pasatiempo favorito de los madrileños es hablar de... Madrid. Y lo que pase fuera de los límites de la CAM, casi siempre se la pela, hablan de ello como si hubiera ocurrido en otro planeta. Madrid se mira un poco o un mucho al ombligo como si fuera el centro del mundo en un sentido no sólo geográfico. Si llueve en Madrid, parece que llueve en toda España. Y si no ha llovido en Madrid... pues eso.

En un segundo o tercer plano ya puestos, el Real Madrid es, lógicamente, de Madrid. Y por ello uno puede ejercer de vikingo con toda libertad. No te miran raro, como si fueras un facha obtuso y cavernícola de los de la bandera con la gallina Unagrandelibre . He visto en el Metro a gente con camisetas del Barça, y no pasa nada. Me gustaría ver al contrario.

Si hubiera tenido que irme de Madrid, al menos me hubiera marchado a Zaragoza, eso sí. Asumiendo que ninguna ciudad me gusta como esta, Zaragoza es una ciudad en la que he vivido muchos años. También es mi casa, y aunque no hay un anuncio tipo "Si vienes a Zaragoza, ya eres de Zaragoza", la frase sería tan cierta como en el caso de Madrid. También es una ciudad donde la gente es estupenda. Y tiene la ventaja de que las buenas estaciones de esquí del Pirineo están 320 kilómetros más cerca, y eso para un esquiador obsesivo-compulsivo como yo no es tampoco lo de menos. Había que consolarse.

En fin, hasta siempre, Prospe. Hasta siempre, MadriZ: Os iba a echar mucho de menos. Ahora no tengo que hacerlo y espero que sigamos juntos muchos años.

http://invenciblearmada.blogspot.com/2008/07/nos-quedamos-en-la-prospe.html

¡Viva la Prospe!

JOSÉ MARTÍNEZ CARRASCOSA

 

Vivir en Madrid es un drama, es tan grande y somos todos tan diferentes, que es muy difícil tener una identidad propia. Por eso los que tenemos la necesidad de aferrarnos a algún origen defendemos nuestro barrio a muerte.

Hoy me toca escribir unas líneas para defender al barrio donde nací y donde vivo: el barrio de Prosperidad, la Prospe, como decimos por aquí. Creo que se lo debo, me ha dado mucho de lo que soy y se lo merece.

No es un barrio muy rico, pero yo no lo cambiaba por nada del mundo. Aquí no hay intolerancia, cada vez hay más colmados y bares dominicanos que han traído sus voces y sus ritmos al barrio. Creo que también somos solidarios: la escuela popular de la Prospe, después de muchos problemas, ha encontrado un local (al lado de donde vive mi amigo Carlitos con su mujer, Susana, que está esperando un niño) y ha contado con el apoyo de muchos vecinos.

Tampoco es un barrio reaccionario, muchos llaman a la plaza de Prosperidad la plaza Roja porque los fines de semana acoge los puestos de muchos partidos, asociaciones y ONG de talante solidario e integrador.

Ahora, además, somos un barrio triste y dolorido. Ha vuelto a golpear el dolor. Aquí al lado, yo lo he oído. En la misma calle del colegio Claret, donde estudié y donde estudian las hijas de José y Pilar, a sólo un portal de la casa de la madre de Quique y a dos de donde vive Ricardo, un poco después de la peluquería donde me he cortado muchas veces el pelo,en el banco donde trabajó mi amigo Javi, El Sonrisas, y justo en la manzana de al lado de donde viven los padres de Octavio y Héctor.

Hace poco mataron al padre de Beto Oreja, compañero mío y de Miguel y de Quique y de Octavio en el Claret. Fue por una bomba en López de Hoyos, al lado del Arca de Noé, una mercería donde compra mucho mi madre y donde sigue parando el bibliobús -donde de pequeño iba con mi hermano todos los martes a coger libros y tebeos-; enfrente de donde mi padre va con mis sobrinos Alberto y Magdalena a comprarleschuches y un pelín antes de donde voy a llevar las cosas al tinte con Esther, que está al lado del bingo donde van a veces la madre de Miguel con Paquita y en la misma acera donde me reúno los jueves con los de mi equipo de rugby en Casa Emilio (donde paraba mucho el poeta Gabriel Celaya y los del equipo del Estudiantes) y en la calle donde mi abuelo me llevó por primera vez al cine...

Después de la bomba de López de Hoyos pensé: 'De momento, ya no nos toca más'. Por desgracia, me he equivocado. Aunque pequeña, ésta es mi patria, aquí viven muchos nombres propios de gente a la que quiero. Dejadnos vivir en paz.

http://elpais.com/diario/2001/11/11/madrid/1005481460_850215.html